viernes, 25 de diciembre de 2009

Excepciones

Esto es estúpido, no tiene sentido, no me lo creo.
Pero sin embargo el más oculto de mis sentimientos, quiere gritar de júbilo y euforia.

Estás demasiado cerca... y ya sabes que nunca me caíste bien.


Tenías ideas de loco y a veces me dabas miedo con tu arrasadora personalidad que en ocasiones era semejante a la de un esquizofrénico. Eras el primo de mi mejor amiga y ella me contaba cosas espantosas sobre ti: cuando eras pequeño amenazabas a los demás niños con cosas horribles y en carnaval, año tras año, te disfrazabas de un presidente distinto.
Tu padre, tío de mi amiga, se había casado con una mujer bastante rara que hablaba sola en la pescadería y vestía con ropas que parecían sacadas de un baúl de circo. Primero te tuvieron a ti y después a otras dos niñas, cada cual más rara.
Tú te avergonzabas de tu familia cercana y la lejana, se avergonzaba de todos vosotros. Eras consciente de ello y también de lo especial que eras, incluso se rumoreaba que habías pedido a tu padre, el único que parecía algo cuerdo de aquella estrambótica familia, que te llevara a un psicólogo quién solo sacó la conclusión de que tenías un coeficiente intelectual considerablemente más alto que la media.
No, no estabas loco, solamente lo parecía.

Y todo eso fue lo que oí sobre ti hasta un día tormentoso de diciembre en el que decidí apuntarme a un voluntariado.
Allí te conocí, yo, en persona. Había oído tanto que creía que te conocía de verdad.
Eramos los únicos menores de edad y supe que iba a tener que pasar mucho tiempo contigo. Sentí miedo, si todo lo que me habían contado era cierto, era normal que lo tuviese.
Pasó el tiempo y me quedé muy sorprendida de tu forma de ser. No eras malo, todo lo contrario. Eras educado e inteligente, pero tu mirada delataba lo contrario, era la típica mirada que tenían los personajes antagonistas en todas las películas de terror que había visto, era oscura, de ojos azules muy claros que penetraban en lo más hondo de tu alma haciéndote sentir un miedo inquietante. Aun así decidí mirarte siempre a los ojos y soportar ese estúpido miedo irracional.
Tu prima empezó a preocuparse por mí. Pasaba demasiado tiempo con la oveja negra de su familia y ya apenas nos veíamos.
Yo estaba demasiado ocupada, todos los días iba a hacer de voluntaria a diferentes sitios cada vez más lejos y a la vuelta, me entretenía tanto hablando contigo en el autobús, que me saltaba siempre la parada, y tú, cordialmente, decidías acompañarme a mi casa desde la siguiente. Andábamos lentamente hacia allí, arrastrando los pies y jugando con las piedrecitas que encontrábamos en el camino. Ya todo me daba igual, no sabía si estabas loco o cuerdo, si eras normal o no, ni siquiera estaba segura de las palabras de mi amiga sobre ti.
Hablabamos de cosas muy variadas y yo sentía una curiosidad inmensa por saber tu opinión por todos los temas que se me ocurriesen. Tenías una perspectiva totalmente diferente de todo y me moría por escucharlas todas.
Poco a poco empezamos a hablar de temas que nos afectaban y que nunca habíamos hablado con otras personas, ni siquiera con mi mejor amiga, tu prima. Un día salió el tema de tu familia y me diste una versión que me dejó de piedra. Estaba tan acostumbrada a oír siempre la misma que la tuya me sorprendió muchísimo. Pero aun así, no estaba segura de nada. Ni de lo que significaban esos paseos ni esas charlas ni de lo que significabas tú en mi vida.
Entonces pasó lo que tenía que pasar, llegó el verano y el voluntariado se tomó un descanso. Perdimos absolutamente el contacto. Volví a salir con mi amiga, a hacer las cosas de siempre y me olvidé de ti.

Un día, me quedé a comer en la casa de mi amiga y allí sus padres comenzaron a hablar de la familia. Hablaban de ti, con tono despectivo y de burla y aunque había asistido a numerosos discursos sobre lo mismo, inexplicablemente, éste me hirió muchísimo... demasiado. Di la cara por ti, te describí tal y como mis nuevos ojos te veían y furiosa, les dije que nada de lo que me habían contado era cierto, estaban muy confundidos y que eran tan superficiales que nunca se darían cuenta. Todo esto ocurrió ante la confundida mirada de mi amiga que me observaba con ojos de incredulidad dañina que me perforaban el alma, tal y como muchas veces, lo habían hecho los tuyos. Después de esa extraña disputa, me dispuse a salir de la casa en la que tantas veces había estado, cuando tu prima me tiro de la manga del jersey.
-¿Qué te pasa con él? ¿Te gusta? ¿Te has enamorado o qué es lo que sucede?

No fui capaz de responderla con palabras pero la miré largamente transmitiéndola todo lo que sentía por dentro, todo ese caos de sentimientos y de ideas de las que ni siquiera yo estaba segura. Ella se limitó a asentir y me lentamente me susurró: vete.
Eso hice, corrí, corrí todo lo que pude mientras las lágrimas de mis ojos retrocedían por mi rostro debido al contacto con el viento que me daba de cara; retrocedían como pequeñas hormigas que vuelven corriendo al hormiguero al ver que están en peligro. Pero esas pobres lágrimas no tenían hogar ni tenían a donde volver y cada vez eran más las que huían, corriendo, corriendo como yo, pero ellas alocadamente y yo a un lugar fijo. A tu casa.
Nunca había estado en ella, pero por tus indicaciones creía saber donde se encontraba.
Cuando llegué, jadeante y exhausta, me detuve frente a la puerta y dudé. ¿Qué iba a decirte? No tenía lógica alguna, no había nada que decir. Me di la vuelta, dispuesta a caminar sin rumbo cuando oí que una ventana se abría y alguien pronunciaba mi nombre. Esas cinco letras quedaron suspendidas en el aire mientras yo me giraba para observar de quién se trataba.
Te vi a ti, como no podría haber sido de otra manera. Estabas tranquilo y me mirabas como si hubieses estado esperándome todo ese tiempo. Me senté en una acera y así nos quedamos largo rato mirándonos fijamente hasta que comenzamos a hablar, como solíamos hacerlo antes. No me invitaste a pasar ni bajaste conmigo, no me importó. Creo que ninguno de los dos quería dejar de esa conversación nunca, ni aunque fueran los minutos que tardase en entrar yo o bajar tú.
Así estuvimos...¿Cuánto? ¿Dos horas? ¿Tres? Tú mirabas hacia abajo y yo hacia arriba. Sonreíamos y hablabamos como si nunca hubiesemos dejado de hacerlo.
Entonces, brusca y repentinamente me dijiste algo difícil de olvidar.
-Soy un marginado social, no tengo amigos y mi familia me odia. ¿Por qué hablas conmigo?
Pero ¿Qué iba a decirte yo cuando era la que menos sabía la respuesta? Así que, como ese mismo día había hecho con tu prima, te miré fijamente para intentar que entendieses mi dilema interior. Debió ser que nuestros ojos estaban demasiado lejos, que mi lenguaje ocular no es del todo correcto o cualquier otra circunstancia, pero el hecho fue que no me acabaste de comprender, o mejor dicho, entendiste otra cosa bien diferente. Me atrevería a decir que lo que leíste en mis ojos fue lástima ¿verdad?
Cerraste la ventana, escondiéndote dentro de tu casa. Pero yo no tenía donde esconderme, estaba a la intemperie. Así que me levanté y eché a andar, otra vez en la misma situación... esa situación tan incómoda en la que no sabía como actuar ni como sentirme...
Llegué a mi casa cuando ya había anochecido, saludé a los que habitan en ella y subí las escaleras arrastrando los pies como si me pesasen toneladas. Me detuve frente a mi habitación y allí me tumbé en la cama y acurrucada en posición fetal lloré sin lágrimas y suspiré sin aire, sumida en una tristeza sin motivo aparente y un vacío que no sabía con que llenar. No tenía nada ya.
Estuve así unos días, rodeada de niebla espesa que me impedía pensar, que dificultaba mis andares y que me quitaba las ganas de absolutamente todo.

En definitiva, sufrí por ti, sufrí como no lo había hecho hasta entonces y sacrifiqué más de lo que tenía por alguien a quien me habían enseñado a odiar. Era la versión estúpida, ilusa y resentida de una Julieta contemporánea.

...

Y aquí estoy ahora, sin explicación ninguna, dos centímetros entre tu cara y la mía que se están volviendo cada vez más y más pequeños...
y de verdad que no lo entiendo... tienes todas las características odiarte pero sin embargo... te quiero.

Descripciones.

Esa chica es rara, diferente. Todas sabemos que se aburre con nostras porque, aunque intente disimularlo con sonrisas forzadas, sus ojos la delatan. Ninguna lo entendemos, somos adolescentes ¿De que pretende que hablemos? ¿De economía? ¿De música antigua? No, nosotras hablamos de lo que deben hablar todas las chicas de nuestra edad: de ropa, de maquillaje, de chicos... Pero claro, eso a ella no la interesa... Por la simple razón de que viste fatal, con prendas que no combinan que ha comprado por tres euros en el mercadillo más cercano. Porque no se maquilla nada en absoluto... ya ves tú, como si se creyera demasiado guapa como para no hacerlo o como si se le olvidase, porque esa es otra, se le olvida todo, todo, todo... hasta nuestras fechas de cumpleaños o a que hora hemos quedado por la tarde... La última razón, los chicos, ¿Que podríamos decir? Tiene un gusto pésimo... y siempre va con el mismo rollo de "lo que importa es el interior" pero todas sabemos que va a por los feos porque son los únicos que la hacen caso.
Y respecto a su físico... como no se cuida y no es nada del otro mundo pues claro, guapa precisamente no es. No sabemos que pretende mostrar con esa rasta que le cuelga de su pelo negro que por cierto, debería visitar algún día la peluquería porque esas puntas tan abiertas rayan lo paranormal. También realmente extraño que cuando le sale un grano simplemnte... lo ignora, ni cremas ni pote ni nada por el estilo ¿Pensará que no nos damos cuenta?
Otra de sus facetas que nos sorprende es eso de ir a visitar ancianos a residencias de la tercera edad un sábado por la tarde que es cuando nosotras salimos. ¿Prefiere estar con ancianos que con nosotras? ¿Tanto la aburrimos? ¿O es que necesita que la gente piense que es buena persona cuando realmente no lo es? Si tanto le gustasen los abuelos como dice, debería dejar de despotricar de su abuela paterna que estamos segurísimas todas de que eso de que tiene favoritismo por su tío y que a su padre le trata fatal, está todo en un grado de exageración muy típico en ella. Y ¿Por qué participa tanto con la Iglesia? ¿Qué pasa? ¿Es mística o qué? Encima se cree que por hacerlo es mejor que los demás, estamos segurísimas de ello.
Luego, cuando estamos en el patio y queremos comentar algo de una chica de nuestro grupo que no está, se enfada por que la criticamos. ¡Pero en realidad, son críticas constructivas! Además ¿No sé da cuenta de que con ella también lo hacemos? No se puede venir vestida tan horriblemente mal y no esperar que nadie hable de ti porque realmente estás expuesta a ello.
En definitiva, no entiendemos que hace esta chica con nosotras si tan diferente es a la gente normal, porque ella normal no es. Viene de otra época, de otro planeta o no sabemos muy bien de donde.


Querido Larra, a mí no me hace falta emborrchar a mis amigas para saber lo que piensan de mí.
Pero no está en mis planes suicidarme por ello.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Será cuestión de ovejas.

Familia.
Conjunto de ascendientes, descendientes y demás personas relacionadas entre sí por parentesco de sangre o legal.

Qué definición tan pobre. La familia lo es todo o no es nada.

Hay muchos "escalones" en una familia y siempre se tiene mayor aprecio a los más cercanos aunque con éstos sean más frecuentes las disputas.

En todas las familias, existe una oveja negra que no encaja y que es diferente a los demás componentes.
El problema llega cuando piensas que prácticamente todos son ovejas negras, porque sería un buen momento para reconsiderar si eres esa oveja sucia.
Si todos son de ciencias pero tú... eres de letras.
Si todos son maniáticos del orden pero tú... eres un verdadero desastre.
Si todos son conservadores pero tú... eres progresista.
Si todos son amantes España pero tú... la detestas.
Si todos son racistas pero tú... defiendes la igualdad.
Si todos son envidiablemente eficaces pero tú... eres realmente torpe.
Si todos son demasiado trabajadores pero tú... eres algo perezosa.
Si todos son de alta autoestima pero tú... no lo tienes tan claro.
Si todos son forófos de la política pero tú... eres forófa de la música.
Si todos son ateos pero tú... eres creyente.
Si todos son pijos pero tú... detestas la ropa de marca.
Si todos son parecidos pero tú... eres diferente.


Si hay tantas diferencias, eres esa oveja negra.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

T...e... ¿qui...ero?


¿Que significan esas dos palabras?
¿Alguien lo sabe?
Ya que tanto lo utilizais, que alguien me lo explique... os lo suplico, porque de verdad que no lo entiendo.
¿Es lo que se siente hacia una madre por haberte dado la vida y haberte enseñado a utilizarla?
O ¿Es el "amor repentino" que aparece hacia un completo desconocido al que llamas amigo por haberte invitado a una copa?

No, estas palabras no valen nada, no significan nada. Todo por aquellas personas que las utilizaron sin saber que gran peso escondían detrás. Por eso mismo, ya no esconden nada, ha sido saqueado su significado y ese setimiento no se podrá expresar más.

Decid te quiero y sólo los más ingenuos os creerán.

Artículo 1./ Todos los seres humanos nacen libres e iguales


No logro entender porque existen ciertas persona que se consideran superiores a otras, no, definitivamente, no lo entiendo. No eres "mejor" por despreciar, infravalorar y mirar por encima del hombro al resto de la humanidad. ¿Qué importa que algunas personas te laman el culo? Absolutamente nada ya que eso solamente significa que estás rodeado de personas sin personalidad por lo que piensas que la tuya, manipuladora y amante de llevar el mando, destaca.
Me gustaría que supieran que todas las formas de ser destacan, es decir, no destaca ninguna.

Pero no sé, todo esto no son más que resquemores producidos por lo que observo día a día, por darme cuenta de que hay demasiados xenófobos, snobs, misóginos, homófobos y discriminadores en general que hacen la vida más difícil a mucha gente y que con su ego aplastante, hunden el de los demás.

Todos somos iguales en condición pero muy diferentes entre nosotros.

Ah, la agresividad no conduce a nada pero sin embargo, la educación y la madurez parece que sí.

With a little help from my... FRIENDS?


¿Existe la amistad? ¿Existe ese bien preciado del que todos hablan? No lo sé, nadie lo sabe.

No hay pruebas de ello, sólo nos queda la fe. La fe de algún día tener la suerte de encontrarla, de apreciarla y poder poseerla. Porque todos la necesitamos, aun que sólo sea un vez en toda una vida, necesitamos saber que existe, saber que está ahí.

Muchos cometemos el error de confundirla con las personas que pasan de largo en nuestra vida, pero eso no es más que otra prueba de lo mucho que la ansiamos y de lo desesperados que nos encontramos por alcanzarla.

martes, 22 de diciembre de 2009

Misantropía.




No quiero hablar de ello, sólo quiero escribirlo. Escribirlo para poder olvidar...

Era una noche fría de enero, estaba dentro de la cama con sábanas de franela y temblaba violentamente. Estaba congelada, pero no sólo por el mal tiempo, tenía miedo. Ellos me daban pavor. Sus rostros me vinieron a la mente, deslizándose entre las sombras de aquel cuarto azul sumido en la penumbra y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. En ellos se podía apreciar el más absoluto desprecio mezclado con una burla casi infantil de lo desconocido, de lo diferente.
Porque yo sin duda lo era, era diferente. No era de esa época, hasta mi padre me lo decía cuando estaba realmente furioso: "No sé quién eres, ni de donde has salido, pero no te pareces a nadie en esta familia, a nadie" Ése debería ser mi nombre, Nadie. Pero... ¡Qué contradicción! No soy nadie. Sólo soy una sombra oscura pero sonriente que se desliza entre las personas, que las ve pero no las observa, que las toca pero no las siente, que sabe de su existencia pero prefiere ignorarla.

Y lo que quiero describir yo, Nadie, no es más que la desesperción que se siente al no encontrar alguien que me enseñe, alguien que sepa bien, alguien que me diga... cómo se ama y cómo se es amado.

Living is easy with eyes closed.


Espantapájaros: Me gusta escribir.
Tomate: ¿Crees que se te da bien?
Espantapájaros: No lo sé, siempre he pensado que solo sirvo para espantar pájaros.
Lechuga: Sin duda nos gusta tu compañía y tu protección, pero deberías hacer algo que te guste de verdad ¿no crees?
Espantapájaros: Algo que me guste...
Tomate: Sí, ella tiene razón, deberías ser feliz haciendo lo que te gusta.
Lechuga: Puedes probar primero, sin que nadie lo sepa, que sea un secreto. Podrías crear... un blog.