martes, 28 de diciembre de 2010

El guardián entre el centeno.


“No sé por qué hay que dejar de querer a una persona
sólo porque se ha muerto.


Sobre todo
si era cien veces mejor
que los que siguen viviendo

domingo, 5 de diciembre de 2010

Adiós no es lo mismo que hasta nunca.

Hay veces que lo mejor es salir corriendo.


Si un ladrón te atraca en la calle y te pide el monedero ¿Qué es lo que hay que hacer? Dar el monedero y correr. Simple y claro.

Si personas a las que considerabas tus amigos te hacen daño y te piden que te arranques el corazón para darselo después ¿Qué hay que hacer? Lo mismo. Claro y simple.


No hay más Sadie, nunca más la habrá.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Sadie: ¿Y quién necesita a ese tal Amor teniéndote a ti?


 
The Beatles: Sexy Sadie you broke the rules
You laid it down for all to see
You laid it down for all to see
Sexy Sadie oooh you broke the rules.

Yo nunca.

-Venga, Amy, ¡te toca! -Entrecerró los ojos demostrando embriaguez por todos y cada uno de sus gestos.
-Yo nunca... yo nunca... ¡YO NUNCA HE QUERIDO!
Sus amigos estallaron en mil  y una carcajadas y se dispusieron a beber como locos de sus vasos de plástico.
Todos menos una. Bonnie. Se quedo quieta, con cara seria y una lágrima recorrió su rostro.
Yo nunca he querido.

Foreverlonely.

Duele ¿eh? duele. Sadie no tenía ni la más remota idea de que algo así pudiera doler tanto.
Prudence. Su mejor amiga. Mejor amiga... ¿Qué significan estas dos palabras? ¿Es un simple título que se le da a una persona porque te ha acompañado desde la más tierna infancia a la adolescencia? ¿Era eso? En cualquier otro momento Sadie habría afirmado rotundamente que no, pero aquel no era un momento cualquiera y Sadie tuvo enormes dudas sobre aquellas dos simples palabras.
¿Qué sabía Prudence sobre ella? ¿A caso la conocía lo más mínimo? ¿A caso todos esos años no habían servido para nada? No conseguía obtener las respuestas. Pero fuera como fuese, Prudence la estaba haciendo daño o bien por no conocerla o bien por egoísmo. Daño de verdad.
¿Y qué podía hacer ella al respecto? Nada, absolutamente nada. Aunque en el fondo le revolviera la rabia y el enfado, la lástima y la pena, no podía hacer nada más que contentarse con mirarse al espejo y soltar un enorme discurso sobre lo que le diría a Prudence si tuviera valor:
Me has decepcionado, Prudence. Creí que había ciertas cosas que no se preguntan, simplemente se saben. Y no, no me digas que no eres adivina porque en este sentido deberías serlo, deberías conocerme como te conozco yo a ti, deberías saber que significan las expresiones de mi rostro, las veces que te digo sí queriendo decir no, lo que significan mis silencios. 13 años joder Prudence, 13 años en los cuales no has aprendido nada sobre mí. Qué gran decepción.